lunes, 14 de abril de 2008

Haffner


El viento frío barre el polvo de la diagonal. El Rufián Melancólico escupe por el colmillo y sumergiendo más las manos en los bolsillos avanza con lento paso gimnástico mascullando su cavilación.
-Nadie puede negar que soy un hombre positivo. Plata en mano y culo en tierra. La Cieguita me adoraría. No molestaría para nada. Se atracaría de dulces, me despiojaría y tocaría el violín. Además, como es ciega, piensa cien veces más que el resto de las mujeres, y eso me entretendría. En vez de tener un perro feroz, como algunos, tendría una cieguita, que hecha una flor, andaría por la casa dale que dale al violín, y yo sería absolutamente feliz. ¿No es esto macanudo? Yo, un "fioca", hombre de tres mujeres, hijo de puta por cualquier costado, me permitiría el lujo de cuidar una azucena. La vestiría. Le compraría preciosas sedas, y ella, tocándome con los dedos el semblante, me diría: "Sos un santo; te adoro".
(Roberto Arlt)

1 comentario:

Anónimo dijo...

no te vayas

Hipólita