viernes, 25 de abril de 2008

Ranelagh


Galabria supo a tiempo que no debía sucumbir ante la débil ambición de los poderosos.
Su dominio crecía a toda velocidad y bajo la huella de una gigante pisada, muchas veces sin intención y otras no tanto, quedaban seres aplastados como animales en la ruta.
Y entre esa masa de devastados lamebotas y mediopelos, surgió un hombre que también fue cauto con sus limitaciones y atento a la compleja lectura del progreso.
Alberto "el sordo" Serffer, desde distinto rubro, plano y orden, poco a poco tomó el amenazante rótulo de contrafigura.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo no fui cauta con mis limitaciones ni estuve atenta a la compleja lectura del progreso. Ahora lo extraño...

La Secretaria.

Alin dijo...

Parece que lo dejaron entrar...
Mejor así.
Buen Dibu!
Abrazo y beso
Marita

EmmaPeel dijo...

Quedó del lado de adentro, querido!

Estrañole

Anónimo dijo...

Bienvenido