
Galabria supo a tiempo que no debía sucumbir ante la débil ambición de los poderosos.
Su dominio crecía a toda velocidad y bajo la huella de una gigante pisada, muchas veces sin intención y otras no tanto, quedaban seres aplastados como animales en la ruta.
Y entre esa masa de devastados lamebotas y mediopelos, surgió un hombre que también fue cauto con sus limitaciones y atento a la compleja lectura del progreso.
Alberto "el sordo" Serffer, desde distinto rubro, plano y orden, poco a poco tomó el amenazante rótulo de contrafigura.
4 comentarios:
Yo no fui cauta con mis limitaciones ni estuve atenta a la compleja lectura del progreso. Ahora lo extraño...
La Secretaria.
Parece que lo dejaron entrar...
Mejor así.
Buen Dibu!
Abrazo y beso
Marita
Quedó del lado de adentro, querido!
Estrañole
Bienvenido
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